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Full text of "Sebastian Rivero 2012 Respublica"

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RESPUBLICA 

Sebastián Rivero 










I 










Sebastián Rivero Scirgalea 


Colonia del Sacramento, 1978. 

Profesor de historia, periodista. Dicta 
clases en el Centro Regional de Pro¬ 
fesores del Suroeste. Desde 1996 
publica comentarios y artículos sobre 
temas artísticos, culturales e históricos 
en medios locales y nacionales. Fue 
co-fundador de la publicación cultural 
regional Revista ü. Dentro de la investi¬ 
gación histórica y cultural editó los 
libros: Antología (sintética) de la poesía 
coloniense. Desde el siglo XVIII a la 
actualidad. (Revista U, 2000) y La Guerra 
Grande en Colonia (Torre del Vigía, 2007). 
Publicó los libros de poesía Cuerpo g 
sombra de la voz (Revista U, 2003), 

La Cárcel del Silencio (Artefato, 2005) 
y Pequeños Crímenes Cotidianos (Vintén 
Editor, 2008). Su obra poética está 
incluida en las antologías Poesía del 
Litoral (Aidebarán, 2007) y Los hijos del 
fuego. Novísima poesía uruguaya (Ca¬ 
racas, Fundación Editorial El perro y la 
rana, 2011). 












Rivero Scigalea, Sebastián 
Respública 
i 1 ed.: MAyo de 201 z 
96 p.; 12 x 19 cm. 
isbn: 978-9974-699-07-6 


©2012, Sebastián Rivero Scigalea 
© 2012, Estuario 

Maldonado 1906/601 
Montevideo, Uruguay 
www.estuarioeditora.coin 
estuarioeditora@gmaiI.com 


Diseño de cubierta: Raúl Burguez 
Retrato de solapa: Matías Bergara 


Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta y 
solapas, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera al¬ 
guna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, 
de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor. 







Flores en mi tumba, 
¿quién las pondrá? 
Flores en mi tumba, 
y mucho que olvidar (...) 

Pondré flores en mi tumba 
¿quién las pondrá si no? 

Solo flores en mi tumba 
y nada más. 


Los Traidores 




un país igual a una caja 
de paredes negras 
secreto sumergido 
mariposa muerta en llamas 
enorme medusa imposible 
al borde del abismo 
resumen de la noche 
que acaricia las paredes laterales 

pequeña caja en penumbras: 

guardarás el grito 
en el fondo 
del derrumbe. 



con lógica geométrica se construye un país 
(los puntos recorren solos el mapa) 


aquí ya no abisman los infinitos pascalianos 


• 8 ’ 



barro 


vivían en chozas 

comían pescados, liebres, pájaros 
ranas y mariposas 
cazaban con lanzas, arcos, 
boleadoras, piedras y cucharas 
un día marcharon al poniente 
ya se extinguieron. 

(por la ley del eterno retorno vuelven: en las plazas, 
altares, almanaques, en las leyes, en los obituarios, 
blancos, negros, amarillos, verdes y azules, con plu¬ 
mas o sin plumas, en las tandas comerciales, en los 
videoclips, vuelven... pero ellos no lo pidieron.) 



(5 de mayo de 1607 — de Hernandarias a su rey) 

“pasar este año que viene con alguna gente y 
caballos y correr la otra banda que llaman de los 
charrúas (...) Y si lo hallare dispuesto y fuerte de 
la suerte que yo imagino, y me pareciere convenir 
a vuestro Real Servicio será posible dejar poblado 
allí un pueblo que entiendo sería de importancia 
para lo dicho y de no menos efecto para otras 
ocasiones, y para tener allí los delincuentes y 
los que vienen sin orden y licencia de Vuestra 
Majestad porque poniendo los pies aquí no hay 
remedio para detenerlos o a lo menos tienen 
mucho para huirse.” 


el río alrededor 
un ronco bramido 
presionando 
amoldando la noche 
a sus caprichos 
aquí se apaga todo 
cae 

se muere 
en materia densa 


IO~ 



cocida en el fondo 


aquí la modernidad nunca llega 
barro 

chapoteando barro 


alguien desde los barcos dijo: 

algo se ata, se atora 
en la garganta 
masticado 
con unción patria 
ración de ungüentos 
desinfectados 
masticando, rumiando 
la propia carne escasa 
prendida a las ijadas 
hijas ilegítimas 
del hambre 


pisadas arrastrando barro 

lamiendo las costas 


ciudad de barro 
vida inconsciente 





en la resaca que traen las olas 


dibujar círculos 

(graznidos afónicos de gaviotas) 
donde, entre nada, se funda la ciudad 
es grave mal la hambre en demasía 

hambre la enfermedad la más 

rabiosa 

afirmó (con pudor) 

el poeta-cronista Martín del Barco Centenera 
(pero cuando tienta este tirano 
un hermano al otro muerto 

bofes y asaduras 

le masca 
muy gozoso.) 


12' 



(2 de julio de 1608 - de Hernandarias a su rey) 


“y volví por la tierra adentro viéndola toda (...) 
se da todo con grande abundancia y fertilidad 
y buena para todo género de ganados (...) gran 
suma de corambre y otros frutos de la tierra que 
se darán en grande abundancia.” 

(cuero, mascado y estirado cuero, revistiendo 
a los animales y plantas, porque todo se reduce 
al pellejo aquí, a la muerte seca y putrefacta... 
venderemos nuestro propio cuero, seremos carne 
vibrante, alma doliente, al desnudo.) 





vieja patria 


entretejida de humus 

de pastitos verdes, gratos al paladar, masticables 
osario pulido y relumbrante, en greda 
amalgamado 

la textura dorada de esta pradera 
vida chapaleando en materia inerte 
bella, suave, ondulada, 
valsecito criollo, fiel en el recuerdo 

bs sepulcros que puebbn mi memoria 

son estos, verdes campos, tan sabrosos y 
crujientes 

fotográficos y perfectos, de memoria leve, 
de aroma embriagante, diluido 

de bs Ibrosos sauces 

llegan esos hervores, exultantes como oboes, 
almizclados, como carne de niños abrasada, 
autóctono festín antropófago 

del Uruguay en las espumas 


14 ' 



brotan alaridos, cornamusas, 
églogas épicas y pastoriles lanzas 
sueños morbo panteístas 
clamoreo marcial y son de murga 

al chocar de los remos sobre el río 

nace el rinoceronte albo 
la furia gris 

que cabalga en esta patria 
(las cosechas están plenas 
ya revientan: 

margaritas, trigos, cenagales) 

la bestia es muy mansa, muy torva 

sus cuernos brillantes de luna 

alzan la barcarola de la aurora 

como un naipe con el sol saliente 
como la baraja en la quinta la paraguaya 

al azar caído, naufragado 
(si desde el fondo, eternas) 

pastando, rebuznando, se paseaba 
por el campo de la patria hermoso 



se echó a trotar 
bajo la luz (feliz) 

paquidermo gualdo 
la embestida baguala te acecha 

el tragaluz celeste y blanco que frunce la 
escarapela 

te enjaula, te retiene 

Treinta y Tres hombres y un rinoceronte blanco 
viviente melodía, diana triunfal 
helos allí: 

un imposible 

en la pradera ingrávida 

(ajena al desgarrón de los abismos pascalianos) 


Treinta y Tres hombres y un rinoceronte blanco. 


~i6~ 



Troya 

(o el cerrito) 


(esconderse en la pecera —ya quieta—, 

[en el desván, 

como rata, animal acorralado... sacar algo, 
con tufo a naftalina...) 

Como rata quéjala del incienso nieve que se disipa 
Que tras roer la anilla de vaselina blanca se disipa 

(Perlongher dixit) 


esnifando la nieve vaselina 

de las palabras que en la borla, orlada (del pirulín) 
entran a la fuerza en el meandro, saturado del rollo 
tejido poroso de esta lengua abarrotada 

[de polvo blanco 

con acides musical en la argolla del pomo, doloroso, 
esfínter móvil, que menea el lazo, raso pataleado 
en el entremés de la liga, por donde asciende la rata 
—aquella del cuento, del sacerdote y Camila— 
asciende por los hilos de la historia, por los manojos 
del fusilamiento, por las preseas de los colorados 

[del monte, 

y sus cananas, por los emplastos hechos 

con la carne de los muertos 

en el matadero, por el revés de la letra. 


i7~ 



copiosa en la sombra de Rosas, 

sube resbalando en la vaselina, pero ya no pasa, 

engrosada, en el orificio. 



un murito de barro trazó el 

sitio 

allá en la unión 
un espejo astillado 

siempre 

dibuja una herida, un cerco 
como quien 

ordena el mazo 


otra vez 

las figuras 
(de metal o cera) 


y reparte 


contornean 


nuevas formas, rostros 

a un lado 

caudillos 

(gauchipolíticos) 


~I9~ 



al otro 


doctores 

(gauchipolíticos) 


Adolfo Berro bajo 
una lira de mármol 
en el cementerio 
del Buceo 

Ducasse niño 

el León de Caprera 
(jamás pensé que la muerte 
hubiera deshecho a tantos) 


la rural del Prado 

mi lengua desdoblada al borde del espejo 
una lengua (otra) cercada 
el signo sitiado 
el sentido que busca, desea 

desguazar el sintagma 
extranjería del código es toda 





lengua 

extranjería del código es toda 

a un lado 

guerra 

(grande) 


babel muda 

al otro 

babel apuñalada. 





todos y todas 
hemos sido 

—transidos y travestidos— 
la loca del bequeló 

la patria es púrpura 
aunque nada pasa 

(y la muerte es un caracol que se enrosca) 

todas y todos 

en el emblema 

de la Respública 

seguimos siendo 

—con rituales y psiquiatras— 

la loca del bequeló. 



instrucciones para la cría 
de ovejas 


tierra negra 

siempre negra 
pero esta sangre abrevada 


tacto que toco 

el brazo largo que esgrime el rémington 
todo controla 

la policía, persigue, acosa, cumple 
estos mis hijos, mis brazos 
los terrones son estos hombres 
casi vivos, casi humanos 
cuando empuñan el rémington 
cuando sonrientes me buscan 
“coronel, coronel” 


'23~ 



como quien nombra a su padre, 
su propia sombra, sus sueños 
en los rieles, en las ondas eléctricas 
extiendo mis manos 

tacto que toco 


superficie porosa 
sangre 

mis manos como rieles 
y las ordenes se expanden 
es el miedo 


abrevada en 


un impulso eléctrico 
trituro el corazón de los 
hombres 

como estos terrones 
coágulos renegridos 



tierra que toco 


abrevada 


fértil 

apta para agricultura 


el ganado 


ya pronta para pastar. 


'-*■' 25 ' 



“Instrucciones para cría científica de ovejas 
en los Rebaños de la América del Sud. 

Por 

A. H. Grieben 

No se puede decir: esta ó aquella raza de ovejas, 
es la que, trae el más grande producto, por 
esto las debemos criar en todas partes. La cría 
depende de ciertas circunstancias, y se tiene que 
considerar no sólo las proporciones y relaciones 
físicas, mercantiles y climáticas de la estancia ó 
propiedad, sino también la persona y calidades del 
propietario, y los medios pecuniarios existentes.” 

(y serán un calco, el doble, una raza de la otra, los 
mismos gestos, la misma mirada alucinada, perdida, 
atentos a la esquila, al borbotón eiel degüello, al 
balido y el grito) 


una vaca pastando 
frente a un alambrado 
donde cuelgan 
—secándose al sol— 
cueros de otras vacas 

{las vacas 

son entes metafisicos 


'26~ 



y ya no vienen ni van 
tampoco ven 
en un campo verde 
un día de febrero 
porque están muertas 
congeladas 
en la carne 
y la escritura) 


(y cuando hayamos liquidado la escritura 
[de nuestra vaca propia ) 



la educación destroza la sensibilidad 


crea hábitos 

fascistas 


populistas 

(¡viva el pupitre individual!) 
guitarra negra 


lógica del matadero. 



Julio y María E. 


“De la puerta para afuera la Muerte, de la puerta 

para adentro también 
la Muerte: la noche dentro de la Nada.” 

Julio Herrera y Reissig 


I 

siempre la enfermedad, los filtros macerando los 
cuerpos, un mugido lento, quebrado, retorna del 
océano (como un dragón asirio ), una pena gris 
burila los rostros, moldea los órganos que arrastran 
las olas, capas de mareas humanas se anudan en 
la garganta (la peste aniquilando los albatros que 
vuelven del horizonte), cuerpos que se ensanchan 
y contraen, la vida coagulada en estas playas. 


II 

la noche quiere apagarlo 
el cuerpo sabe 

(respira, se tensa) 


' 29 ~ 



la noche con su agua densa 
arrastra imágenes 

heridas en la retina 
atraviesan la oscuridad. 


III 

¿cuántos fluidos corporales 
serán extraídos? 

un relámpago de metal 
deshace las entrañas 

fue hecho este polvo 
para que sufrieras 

aquí comienza la soledad 

el gusto ácido en la boca 
la noche 
el sudor 
las pesadillas 
(y el jadeo) 

música triste 
es cierto 


’3CT~ 



¿la poesía nace aquí? 


el poeta tendido en la 
cama 

bajo el paraguas 
oprime una pulga 
entre sus dedos 
y la observa 

ella está naciendo entre escombros. 



Mi temor es el que no haya reposo 
dentro de estas paredes 
iguales a la noche 

en el terciopelo negro de mi cuerpo 
la oscuridad no alcanza 
no cubre este canto ambiguo 

(solo habla, dice, un balbuceo 
croar informe 

su eco —sin reposo— va goteando la nada). 



Respública 


un oso Carolina 
un gran oso colorado 

“de acá no nos sacan, si no es a balazos” 

un oso Carolina 
(un gran oso colorado) 

balanceándose sobre el abismo 
en una cuerda engrasada 

una serpiente se muerde la cola, símbolo del 
infinito, las funciones primordiales del Estado 
son perpetuar al Estado, alcanzar un equilibrio 
entre el cielo y la tierra, estabilizarse, flotar y 
devenir, se decreta la fiesta de la razón, el culto 
del ser supremo y la religión de la vaca pastando, 
los rituales se celebrarán en usinas eléctricas y 
tambos, todo sujeto a lógica, método e higiene, 
al norte del río negro, en las llanuras de piedra, 
los sicofantes encargados del culto realizarán sus 
sacrificios cada luna llena, vestirán siempre de toga 
o túnica blanca y chiripá, en el sur, los verdaderos 
creyentes y altos sacerdotes del culto, luego de 
ayunar ocho días y ocho horas, dirigiendo plegarias 


~33~ 



a la meca-obelisco, efectuarán los sacrificios todos 
los días feriados, se vestirán de riguroso overol o 
casaca, una vez cada cien años se colectivizará el 
objeto de este culto, dando abundantes porciones 
y tajadas a cada creyente, aunque se sospechen 
tendencias demagógicas y milenaristas, es estricto 
artículo de fe preceptuado en la constitución de 
la respública. 


“yo, J.B.Y.O —uno, dos y trino— en estas pe¬ 
queñas pampas casi desoladas, fundo mi reino, 
sostenido en la religión de la vaca pastando, y lo 
lego a mi progenie.” 


34' 



esta Polis 

llamada 

Leviatán 

llamada 

Contrato Social 

llamada 

Dictadura del Proletariado 


esta res (o vaca) 


pública 


da tajadas (diferentes) 


todos. 


~ 35 ‘ 



y mueres en el transcurso de los días 
y muero en el transcurso de los días 


aquí ya no abisman los infinitos pascalianos. 


•j6~ 



Iris 


escuchamos esas voces, pero no somos nosotros 

siempre hace frío mirando esas manchas en la pared 

gárgolas se dibujan en los muros, un jardín con 
peonías encendidas, con pájaros de fuego 

el mirar que se posa en lo blanco, que lame la 
blancura de las sábanas, es el inicio, el diálogo 
establecido con los otros, porque todos son túnicas, 
ojos ahuecados que reflejan una llama de ansiedad, 
no viste la corona desnuda en su cabello, ni el blando 
fragor de los niños en otoño, en la pérgola, al fondo, 
en las jaulas para canarios me pegaban y como iba yo 
a defenderme si nunca maté una mosca 

C La Mañana , 13 de diciembre de 1933) 

UNA JOVEN NORMALISTA MATO A SU PADRE EN UNA 
QUINTA DE LA CALLE LARRAÑAGA 
PROCEDIO DESESPERADA POR LA VIDA DE MARTIRIO 
QUE EL AUTOR DE SUS DIAS DABA A LA MADRE, A 
CAUSA DE SUS CELOS 

“Yo lo maté —nos dijo— es mi padre” 


37~ 



la flor veritas en el cabello, la rutilante flor 
encendida, pero era una incitación, una mentira, 
con un vestido hecho de guirnaldas y confituras, 
de incendios verdes, con plumas turquesas de 
fibras 100% naturales, se paseaba delante de 
todos 

La demente canturrea 

victima de una estatua de sal, un leviatán 
chiquitito, un burócrata estricto y encorvado, 
me escondía entre las madreselvas del jardín para 
orinar, tratando que el goteo no pudiera oírse 
quedaba sucia y me picaba 

“Señalada con el número 2867 a tres cuadras 
de Montecaseros, en la avenida Larrañaga, está 
ubicada la quinta en que vivía Lumen Cabezudo 
Portillo, agrimensor, de 53 años de edad y 
empleado en la Dirección de Avalúos. 

Habitaba la finca con su esposa Raymunda 
Spósito, uruguaya de 45 años, su hija Iris, 
estudiante normalista que se hallaba ya en 5 o año, 
su hijo Ariel, de 17 años y dos menores.” 

dicen que no tengo nada 

el padre-juez, la madre-cama 
a un lado mis hermanos, animalitos famélicos 


j8- 



la mesa larga, tendida para el sacrificio 
Qlfigenia yo? ¿Electra yo?) 

Iris y sola Iris 

siempre se entra y se sale de esa puerta llamada 
madre, de esta casa con partituras tiradas en el 
suelo, de ese túnel con azulejos de cocina y manos 
fregando, cortando la herejía de la piel y las visce¬ 
ras de la cena, no hay unción, pero luego el jardín, 
las miradas filtradas sobre el cuerpo puerta, sobre 
la entrada de la madre, (deseada yo, deseada ella, 
en la mesa tendida, empalada, en la cama, cami¬ 
lla, dormida, barbitúrica, planchada), la pérgola y 
las rejas flamboyant más allá, tetera de porcelana 
verde (el espacio del jardín), con el cuerpo abierto 
en plumas, en centellas desprendidas de la car¬ 
ne, la saliva cubriéndola, los ojos — del vecino, del 
lechero, del panadero, del cartero, del oficinista 
del ministerio de hacienda — lamiendo el cuerpo, 
ese cuerpo, el suyo propio, identificable, desasido, 
miel de aire prendida a su deseo, al hueco de nada 
—allí, en su centro, en las fauces que gritan, seña¬ 
lando el fuego que se cuece en el útero— allí, ella, 
entre nada, el jardín, la casa, y papá. 

“Dentro del jardín una jovencita que acababa de 
disparar el quinto tiro del revólver que empuñaba 
en la diestra, sobre uno de los canteros. 


39~ 



Lucía la muchacha su uniforme de colegiala y 
las trenzas hechas con su cabellera le daban un 
aspecto de niña pese a sus veinte años.” 

necesito una voz para que la articulen otros 
(al dolor —aquél, este— otros lo nombran) 
pero se mata al padre, y no a la madre (se demue¬ 
le la casa, y no la puerta), si este doble, mi deseo, 
estaba en ella, había que liberarlo, aniquilando su 
negación —la casa, juez, padre— para que salte y 
se encienda en peonías a la mirada de todos, a las 
miríadas de ojos (faunos libertarios) ¿no es lógico, 
no es dialéctico? liberar este animalito tierno que 
tengo en el regazo, que antes estuvo en su rega¬ 
zo, en el pozo entre sus piernas, donde también 
apoyaba mi cabeza viendo pasar las nubes, quiero 
demoler esta casa-prisión, dejar solo los goznes que 
regulen la entrada y la salida entre dos nadas, dejar 
a un lado ruinas, al otro el jardín, dejar una puerta, 
un pozo, que me aleje de estas paredes blancas. 

La demente ya no canta 

saber que la vida es de los otros 

bs dones de ansiedad fueron bs vanos dones 

esta casa, mis hermanos, 

fueron siempre los otros 

las paredes blancas, los médicos 





los siervos, el estado, 

los verdes campos, los muertos que yacen 

son los otros 

la mano que acerco 

que busca enlazarme al muro 

ya es otra en los otros 

sola el espacio que trazo 

(las fronteras marchitas) 

son el recurso 

que una niña buena 

interpone 

para conservar entre las miradas 
su ración de vergüenza. 


“Lunes 16 de Diciembre de 1935 y martes 17. 

Iris Cabezudo Spósito. 

Odio no le tenía. En absoluto. Cuando veía las 
miradas, de odio a veces, de codicia, otras, con 
que miraba a mamá, me daba mucho fastidio, me 
enojaba y con razón (cualquier persona recta que 
hubiera visto las escenas que se desarrollaban en 
casa, se hubiera indignado); pero cuando lo veía 
cansado o asustado, o cuando estaba distraído sin 
pensar en cosas malas, me daba lástima porque se 
veía que era una persona sin valor propio.” 


'4i 



no soy nadie, no soy nada, 

voces de los otros 

iris es una grieta 

el espacio trunco 

donde se abre paso 

la sangre 

(ajena) 

ya no sangro 

no duelo. 


' 42 ' 



pisas tumbas 


(no hay un palmo de este estercolero 
donde no haya muertos) 

que no desaparezcan, no se hundan 
los desconocidos 

innombrables (esas sombras) 
que el mar trae y unge en las playas 

(hubo osamentas en los campos 
—su recuerdo, sin embargo, ya no pesa—) 

pero estos muertos de las aguas 

en los pozos, bajo los patios 

sin tumba, sin señal 

son la sangre estancada 

que gotea 


' 43 ~ 



cuando se vayan 
una luz se 


consumirá 

al final del pasillo 

(cae un muro sin emitir sonido) 

ellos sostienen nuestra vida 
nos atan, nos retienen, 
cuando todo se precipite en la caída 
nada se podrá nombrar 

desaparecido el rastro 
(su ausencia de nombre) 
nos tragará 
la inmediatez 

lo obvio. 



viernes: 5:30 a.m 


puertas del cielo 

al costado de la tierra 

el letrero ciego y la zanja 

los ángeles chorreando sudor 

(y las pendejas...) 

leones de yeso 
guardaespaldas inexpresivos 

olores dulces 

garganta adentro 

en las puertas del cielo 

al costado de la zanja 
linóleo cubriendo los pisos 
día después 

laqueadas estolas, laqueadas estelas 
restos 


' 45 ~ 



trapos, pedazos de piel 
polvo pegado al piso 

el día después 

la vida, el cielo, al costado de la zanja. 


•46 — 



Cumbia Queer 
haciendo The Cure 
claves del puerto y la noche 


son 

no de los trópicos 
ritmo 

gótico 


de las serranías 


burilado en la ciudad gris. 


si tu padre es zapatero 
róbale la lata 

ritmos de la noche enlatados 
gota 

que redime 

hada 

pegajosa 

en el fondo del tacho. 


'47' 



(la plaza) 

ánforas con leones 

esfinges 

humo dulce en los rincones 

la noche vive agonizando 

diario del naufragio: 5 a.m. temprano para 
acostarse, tarde para despertar 

escalera del insomnio 

5.30 a.m: la blancura del mármol arroba 

¿qué es ese olor? (allí, allí... las sombras y 
los olores se esconden...) 

las manchas en las paredes contornean 

rostros 


-48' 



(¿las manchas en las paredes contornean rostros?) 

materia suave estampada contra el musgo 

mármol veteado, rugoso al tacto 
(la mano se escorza, se contrae) 

vetas, fibras verdosas 

(olor a caoba viejo, a ciprés, a terciopelo) 

contra el muro, elevación y después la caída. 





una rotonda gris 
el espacio que se abre 
un bar emerge 

como una proa surcando la llovizna 
agoniza, la noche 

se anuncia el maldito 

¿qué discurso puede elaborarse 
sobre el agua cayendo, y lo gris? 

¿sobre lo gris? 

apoya el vaso en el mostrador de cármica 
(símil mármol) 

ve que el tiempo se le va 
pero nada espera 

(maniático canoso 
naufragio directo del hombre 
sin nave) 

¿las miradas posadas furtivamente 
retienen el instante diluido 
entre vahos de alcohol, entre manchas de óxido 
y humedad en los rincones? 


50— 



el azar confabulado 

en la arquitectura humana que hila y urde 
del bar, su escenario 

el azar, o un designio, a todos presente 
a todos ciego 

trama repetida noche a noche, incesantemente 
renovada 

pacto secreto desde el principio 

concluso en el bar, afirmado, y en las últimas horas 

de la noche, 

con impunidad violado 

(se muere incontables veces... 

no es la náusea que se trepa, no es el hervor 

azul, violeta o fucsia, que recorre los laberintos 

[ele tu cuerpo, 

no es la flor agria estallando en bilis, y no es tampoco, 
el olorfétido, a meada, en cualquier parte... es la vida, 
esa cosa mínima, inconsútil, que te expande el sudor, 
que desparrama tu estómago solitario, elesguarecido, 

[en los rincones) 

por el ventanal, espejo del adentro y del afuera, 

deformada en los reflejos 

entre el tiempo y lo mirado, pasa la vida 

cadáver por el brazo 


ji~ 



melodía lenta arbolada entre el humo 


bandera de ventiscas apostando la nada. 



Montevideo 
al este 


al centro 


Montevideo 


en la ruta 

mienten los carteles 

Montevideo 
es un vacío 

una entelequia 

y por tanto 


no puede existir. 


~53~ 



Un vacío de verdad: la flor 

(y lo enunciado, de alguna forma, 

se repite) 

cierro el libro de Eduardo Milán 
en ese verso 

con un marcador de imágenes de flores 
que me dieron en el Prado 

(el Prado: un buen sitio 
—no muy lleno, no muy vacío— 
para escribir poemas 
relacionados con flores.) 


54' 



“Zona de descenso” 


y aunque 


caigo 


el asco 


siempre 


sube. 


en el país de la nueva-apertura-al-mercado 

de los campos sembrados 

non perezcastellanamente 

con soja y montes de eucaliptos 

de las cadenas de hoteles 

levantados sobre las cadenas de arenales nativos 
urge endechar una última elegía 
a Hernandarias y el fruto de su vientre. 


~55' 



nunca quise sustituir el busto 

de María 
por uno de Brigitte Bardot 
nunca lanzar un diktat, un canon 
sobre los malos poetas 
no soy provocador ni subversivo 
y eso es lógico, evidente 

vivo en estas landas onduladas 
consagradas a la religión de la vaca pastando. 


ya no abisman los infinitos pascalianos 
ya no abisman los infinitos pascalianos 
ya no abisman los infinitos pascalianos 


(¿la muerte será suave y ondulada?) 





Pequeños Crímenes Cotidianos 




el canto del arpista 


Doritgo down the otherside for nothing. 

J. Kerouac 


I 

la gran excusa 
escribir a propósito de 

artifex 

fabbro 

haz tu juego 

convierte 

el jardín 


en desierto. 


II 


el que nombra 


el tiempo 


domine 

el que levanta estelas 


~6i 



marca las calendas 


la oración y el óbolo 
no mide el tiempo 

del miedo 

mesura 

orden 

artificio sobre animal 
mapas 

crea el rey un orden nuevo 

desafía el espanto del tiempo 
la corrupción de los cuerpos. 


ni 

solo en mi reino 

agoto los mares de piedra 

las tablas del espanto 

solo estoy en el descampado 

frente a los espejos y la noche 

solo con el báculo y sus argumentos 

el miedo prendido a mis jirones de pellejo 

a través de mí se expande el miedo 


—6 2' 



la soledad de ser uno y solo 
los ríos desaguan polvo 
tablas de cuneiformes signos 
indescifrables 

más allá los confines no proyectan nada 
aún no llega mi doble. 


IV 

no hay conciencia 
ni sueño 

en la piel del animal 
en la selva prendida a tus músculos 
como una tela protectora 
sos libre 

las palabras no vendrán 
a cegarte 

estás siempre siendo 
sin saberlo 

lejos queden las ciudades 
y todos sus artificios 
pero tu doble aguarda 
porque vos sabés 
que estás roto 
y sentir esta pena 
es inevitable. 





V 


los que trajeron 

la guerra 

trajeron la rosa 
moraleja 

del polvo. 

vi 

Ur 

Uruk 

Lagash 

nombres 

donde se acumula 
el deseo. 


vil 

debes menguar 
te dijeron 

apacentar tu cuerpo 


*4' 



en las aras del templo 
contener la paridora 
furia 

de pantera 
abrirle las piernas 
a los visitantes 

darle voz a los hombres 
mostrarles que algo 
racional 
al final queda. 


reverso 


VIII 


anverso 

lenguajes travestidos 
donde la piel es el 

desierto 


comienza la única 


ruta. 


IX 

esa tu historia 
la que sabe 





la corrupción 
de tu cuerpo 
no la digas 
no la profeses 
que se insinúe 
secreta 

en las sombras. 


x 

me entrelacé 
a tu cuerpo 
como quien abraza 
la tierra después de la lluvia 
sos mi único asidero 
la única certeza que poseo 
no me mata el monstruo 
oculto en el bosque 
no me siega la muerte 
sos vos 

la constancia de tu cuerpo 
que está y no está 
que estuvo acaso un día 
y no estuvo nunca 
la que al final me roba 
la voz 

me arrebata la conciencia 
ennegrece por siempre 
el blanco de mis ojos. 


■66~ 



XI 


mi hermano 
mi amante 

la oscura mitad del tiempo 

compás de los siglos 

yace muerto 

igual que los animales 

que ignoran su 

nombre 

rindió 

su alma 

al pellejo. 


XII 

donde nace todo 
nacerá el final 
¿para qué el viaje 
si has vuelto a vos mismo? 
¿para qué la pregunta 
cubierta de ceniza siempre? 
el amado fue tu sombra 
porque solo estuviste 
dando tu rostro al viento 
ahora lo sabes 
donde todo nace 
los ríos dejarán de correr. 


'67~ 



canción del arpista 


este es Guilgamesh 
el primer hombre 
moraleja del polvo. 



verdad final 


siempre solo, naciendo alto en la noche 
pregunta vacía, no refugio, morada 
claustro cerrado, fuego extinto, nada 
monólogo quedo, palabra sin derroche 

país sin nombre, nadie que te estreche 
te posea, te defina, en su mirada 
tierra ajena, landa, muralla alzada 
a la ansiosa soledad, creas la noche 

sin vados, ni puentes, estéril río 
vacuo confín donde perdido ando 
espacio cruel, cruel desvarío 

compartimos el tiempo, aquí estando 
para siempre solos, siempre contigo 
verdad final, tú, mi cuerpo, mi enemigo. 


~69~ 



la noche pariendo a los amantes 


la noche pariendo a los amantes 

la noche eterna y ya cantada 

olorosa, perfumada, acribillada de ruidos 

noche sin magia, sin luna, sin aguacero 

noche cruel, invertida, detestable 

noche reflejada en los espejos 

(la noche que no cabe en el papel 

la noche ominosa de Eladio Linacero) 

esa cosa viva, alada (ese animal 

bestia rastrera) 

noche cosa frágil, mimosa, 

(de muslos blancos, asqueante, literaria) 
noche tan poca, tan poquita cosa 
noche pasajera, noche liviana 
noche que siempre falta o sobra 
noche imprescindible, descartable 
noche excusa, noche soporte 
noche que de oscuridad fingida 
lentamente nos matas. 


' 70 ~ 



viajero de las horas 


la caída de la tarde pesa 
negra sombra húmeda 
opaca 

los ojos que distinguieron 

la llama roja oculta en las hortensias 

se nublan 

fuego que ahora 

toca a ceniza 

la humedad en los sauces 

cipreses, madreselvas 

acaricia el verde 

con su agua oscura 

pasa un lagarto por el jardín 
(imagen irreal 
división del día 
lento viajero de las horas) 

¿en la luz incierta, temblorosa, 
acaso la soledad se humedece? 


~7r 



del verde al incendio 


osamentas calcinadas agonizan 
donde los años 
(ya que no estos ojos) 
el bosque vieron 

(en humo los pinos se evaporan 
la humedad relumbrante 
en negro muñón de tierra 
yace.) 

no hay distancia 

de la sombra a la sombra 

en la espesura 

de lo verde al incendio 

no hay distancia, si en un 

instante exhala, quema, se apresura 

como estos años, estos ojos 

que la sombra envolverá en cenizas. 


~7* 



La Frontera 


i 


aquí se abre el afuera 
comienza la frontera 
el peligro 
los límites de esta 

patria 

que voy trazando 
el cuerpo y su mirada. 


II 


si el amor no fuera 
un gesto adulterado 
podría haber salvación 
tal vez, en el afuera. 


iii 


sein 

la acechanza 
dasein 
lo puesto 
más allá. 


73' 



IV 


lo puesto 

ahogarse en aguas de bronce 
conversábamos en el bar 
tomando despacio una ginebra 
la cotidianeidad marcaba con su ritmo 
el ahogo 

(ahogarse en la dialéctica de la discusión) 
entre el humo de los puchos 
sentir que espera allí 
eso otro. 


v 

la frontera de las lenguas 
la frontera de los rostros 
la frontera cortando los espejos 
las tres formas de la nada 
las tres formas de la ambigüedad 
las tres formas de estar siendo 
un cuerpo entre los cuerpos 
siempre el mundo allá afuera 
lejos 

siempre lejos la realidad 
la constancia de lo cotidiano 
la pasmosa certeza 


'"'74' 



acusadora 

en el fondo de tus ojos. 


vi 

la pura, simple, la congelada 
muerte acechando tu rostro 
la frontera dura, impenetrable 
la frontera que da miedo 
como un animal en la oscuridad. 


vil 

una paloma contra el gris 
lo blanco en el horizonte 
una herida en el muro 
la palabra presa 
en los labios 
el arrullo contenido 
asusta el pequeño fragor 
de lo cotidiano 
un vuelo completo 
del mutismo 
visto desde una ventana. 


' 75 ~ 



VIII 


el resplandor del aire 
los susurros que anuncian 
el goteo 

los pájaros llegando del torbellino 
y la asfixia, la asfixia 
la frontera última 
la patria del aire 

donde un suspiro te levanta en vilo 
y te precipita en la nada, 
donde se decide el pulso de la vida, 
la frontera del aire 
la patria de la sangre. 


IX 

que horror imaginar en el vacío 
las lindes que trazan mi discurso 
acaso incierto 

que consagran el desamor como un juego 
de palabras 

porque el río de la lengua unirá 
las márgenes 

porque mi lengua alcanzará la tuya 
aunque caiga cercenada. 


—7 6~ 



X 


sufres dices 

por la máscara y el engaño 
por el abrazo lento 
en el borde 

pero los ojos están vacíos 
aunque te tragues la lengua 
y supliques 
sufres dices, 
de indiferencia 
sufres repites 

asqueada de mirar la nada 
pero es mentira. 


XI 

a Constantín Kavafis 

los ausentes 
el mal 

los innombrables 

y más allá 
más allá 

la frontera 

y todas sus murallas. 


7 T 



Las Márgenes 


I 

el que ronda 

el hurgador 

colecciona 

rostros azorados 

palabras 

gestos 

captura en su bolsa 

gorriones en vuelo 

persigue el filo de la luz 

en las calles 

en la ciudad gris 

ordena el caos 

el propio 

el ajeno. 


~78~ 



una ciudad gris 


II 


consumiendo el espacio 


una prisión opaca 


ajena de sentido 


lista al desamor 


lista al ocaso siempre 


una aventura 


un eclipse 


ser siempre el naufrago 


el huérfano 


el pasajero 
aferrar las palabras 


donde la ciudad se funda 


aferrar los escombros 


~79' 



(nunca estuviste listo 


para esto 


para atardecer en el vértigo) 

construir el balbuceo desde el polvo 

allí donde algo tiene sentido 

donde se funda el inicio del viaje 

(vas a estar por siempre sentado en ese banco 
de cara al pizarrón 
trazando con letra borrosa 
nombres arbitrarios) 

ciudad gris que te construyes lentamente 
sea el reino 


ladrillo a palabra 


puesto en la memoria. 


—8o~ 




m 

viajo 


de una 

ciudad 

a otra 

Montevideo 

Colonia 


nombres de lo 

mismo 

(lo otro, lo mismo) 


nómade del paisaje 

saturado 

nómade de sentido 

entre nada 

voy 

de lo otro 


a lo mismo. 


—8i~ 



método de la noche 


la mirada se pierde 
en el espiral de las calles 
los ojos caen perforados 
esperando el sueño 
en los muros 
las flores se ocultan 
crece un rumor sordo 
desde los muelles 
todo se repite 
convoca al vacío 
tan sólo la noche tiene 
una lógica 

que sube desde los campos 
hasta la telaraña 
de las estrellas 

los amantes buscan la noche 
como su unidad primera 
los solitarios olvidan su 
sombra y los retazos 
de la vida 

cuando el cristal de la 
noche se astille 
nadie presentirá el temblor 
la caída de ese tenue 

hilo 

que ordena el latido 

de los días. 


■8i~ 



Los tres ríos 


A Carlos Mastronardi 


i 

ardua tarea señalar las aguas 
atravesando la imagen del junco 
retener otra vez, en el rostro y la memoria 
el viento susurrando en laderas de orquídeas 

[y fuego verde 

mirarás tan sólo el resplandor y no lo perdurable 
el sol hiriendo al río, brillando en las retamas. 

II 

es secreta la correspondencia que acerca mis ojos 
al misterio del resplandor quieto en tus aguas 
es secreto y tenue el hilo, que enlaza al cielo, 
a los hombres, barcos y retamas 
la armonía si existe es oculta, ajena a todo 
extranjera al río de la lengua, que si asciende 
es hasta perderse en miasma. 

III 

las islas son manchas en tu luz clara 
incógnitas que enturbian la lengua rumorosa 
en esas islas los pasos se perdieron, 

[las voces sonaron hasta apagarse 
mis ancestros levantaron sus casas, 

[encendieron fuegos, recorrieron 


~83- 



las costas siguiendo las curvas del estuario 
aprendieron el silencio, 

[oficio extraño para los hombres 
devoraron sus días, y fueron tragados 

[por la enfermedad y la muerte 
llevo su signo en mi cuerpo, aunque no los reconozco 
¿el río de la infancia no se desboca 

[en tu cauce y lo retiene? 

¿o el río ajeno de la lengua, 

[ya no te nombra, y me nombra? 


■«4- 



el anunciado 


a Jacobo Fijman 


la mortaja callada en los labios 
con la ansiedad y la angustia 
repasas sólo la vida más allá 
de los muros 

ves el deambular de los cuerpos sin alma 

dentro tuyo todo ha pasado 

y el invierno invade la ciudad 

allí dentro, en el Borda 

es blanco todo 

las noches blancas 

los días blancos y sin espera 

y dios lleva pilcha de loquero 

y aunque te hagas la señal de la cruz 

los molinos van a darte contra la quijada 

y no serás ya más, no 

el anunciado, el amado de los dioses 

no serás más el lector de Santo Tomás 

el que descifra en los cristales de las iglesias 

el resplandor de mártires iluminados 

el cristo rojo de tu sangre 

ya estarás muerto mirándote al espejo 

preguntando dónde está la vida, quién eres tu, 

quiénes aquellos, quién el otro, que te acecha 

[en la ventana 


~«5' 



miras tus manos dibujando la curva del destino 

[(estás viejo) 

estallarán en tus ojos las imágenes 
afuera, dentro tuyo, en todas las ciudades 
seguirán rondando los enfermos. 


■86- 



Sacrificio 


a Mariella Nigro 

en la mesa del sacrificio los lingüistas 
estrujando el manantial oculto de la lengua 
recorriendo sus propias entrañas 
o aquellas ajenas del búho de Minerva 
atisban una luz para su ceguera, 
el río de la lengua nace de una peña, 

[en la oscuridad 

y rueda hacia otra 

a los lados se pierde la mirada 

a los lados la palabra, con ternura, se balbucea 

rondan como cuervos el vacío y el sinsentido. 

fuera del círculo, fuera del templo consagrado 

caen las aguas en eterno pozo 

pero no lo ves, no puedes verlo, ni sentirlo 

pensarlo o señalarlo 

afuera no hay nada 

(no existen nombres para la nada). 

el sinsentido asume forma de mujer 

[o de fantasma 

en la penumbra. 

en los bordes, en la frontera, la palabra 

[desea nombrar 

su origen, parir la furia que destroza sus entrañas 
el manantial se agota, expande sus redes 

—87— 



para que nunca haya salida 
nunca una víctima/ nunca un final 

[para el sacrificio. 


—88— 



NN 


cárceles como 
túneles en la sangre 

los animales se escurren 
recorren los caminos tortuosos 
adelgazan sus cuerpos 
en las alcantarillas 

en las playas se desploman 
las bolsas con los NN 
entre las algas 

el recuerdo de tu 
infancia 

la luz sobre las playas 

no puedes ver las 
colas de zorro plateadas 
en los bosques 

revientan los músculos 
bajo el torno 

¿qué música 

modula 

el resplandor? 


—89— 



voces, palabras, ecos 

traza el límite del torbellino 

las colas de zorro bajo la 
luna 

en los bosques 

el olor a eucaliptos 

las playas cubiertas de 
bolsas negras 

tu sangre apretada 
en los corredores 
en las arterias 

en los altos hornos 

los rituales de la patria 

la cárcel 

el exilio 

el inxilio 

las fronteras 


'90— 



pero luego 

tu sangre 

bullendo 

en rebeldía 

estoy ciego, estoy ciego 
dame un nombre 
cubre mis ojos 
dispárame, ahógame 
dame, por favor 
un nombre 
al final 

el túnel 

la luz 

al final 
tan simple 
crímenes cotidianos 


~9i' 



bolsas en las playas 

de tu infancia (¿las ves? 

¿recuerdas? 
¿te dijeron?) 

cubriendo el olor 

a eucaliptos (¿oliste alguna vez?) 

en los bosques plateados 
por la luna 
y el viento ululando 
entre las colas de zorro 

la cárcel 

un nombre 

la patria (¿estuvo?¿estuve? 

¿acaso me dijeron?) 


entre los márgenes 


la identidad. 


' 92 ' 





Orden del libro 


Respública 

barro 9 

vieja patria 14 

Troya (o el cerrito) 17 

instrucciones para la cría de ovejas 23 

Julio y María E. 29 

Respública 3 3 

Iris 37 

viernes: 5:30 a.m 45 

Pequeños crímenes cotidianos 

el canto del arpista 61 

verdad final 69 

la noche pariendo a los amantes 70 

viajero de las horas 71 

del verde al incendio 72 

La frontera 73 

Las Márgenes 78 

método de la noche 82 

Los tres ríos 83 

el anunciado 8 5 

Sacrificio 87 

NN 89 



Esta edición de 

Respública 

se terminó de imprimir 
en el mes de mayo de 2012 
en Mastergraf srl 
Gral. Pagóla 1823 - T. 2203 4760 
Montevideo - Uruguay 

Depósito Legal 358.172 - Comisión del Papel 
Edición Amparada en el Decreto 218/96 



PAPELES DE JUAN MORGAN 

Julio Inverso 



EL TANGO Y LA DROGA 

Marcel García 



EL DECIR DE LO INDECIBLE 

Los rodeos del deseo en la obra 
de Alejandra Pizarnik 

Paola Gallo 



EXILIADOS 

Martín Arocena 



PERROS DE CAZA 

Eduardo Curbelo 


D 

EL PADRE NUESTRO 
ARTIGAS 

Martín Atme 
Fernando Andacht 










poesía 


ISBN 978-9974-699-07-6 


78 


974 699076 


RESPUBLICA 




Una historia poética del país, una historia hecha de 
símbolos, voces y retazos, una historia neobarroca (o 
neobizarra). Hernandarias, los Treinta y tres, Julio 
Herrera e Iris Cabezudo proclaman, en el emblema de 
la R« pública', “la muerte, ¿será suave y ondulada?” 

El presente volumen incluye, además, una edición re¬ 
novada de Pequeños Crímenes Cotidianos. 

“Rivero parece deslindar y dar firma a su escritura a 
partir de los procedimientos que vienen desde el sim¬ 
bolismo, que incluyen, por ejemplo, la elusión, el 
“opacamiento” de la referencialidad del idioma, el uso 
de la página y la diagramación como espacio de 
creación del sentido. (...) En el caso de este coloniense, 
se podría decir que su distanciamiento geográfico 
respecto al capitalino, centro hegemónico de la poesía 
nacional, encarna y dramatiza el distanciamiento que 
él mismo impone a su escritura respecto a las normas 
del uso, donde, por ejemplo, los atributos de raigam¬ 
bre simbolista no son moneda valorada. Esa es parte 
de la rareza de este poeta, y la garantía de su escritura.” 

Alfredo Fressia. 


O 

estuario